Resulta paradójica la situación que enfrenta el Humedal de Tunquén. El 22 de enero del 2015 fue oficializada su declaratoria como Santuario de la Naturaleza (SN) por parte del Ministerio del Medio Ambiente (MMA), no obstante enfrenta el embate de un proyecto inmobiliario, la construcción de un puente por parte del Ministerio de Obras Públicas (MOP) y la constante acción antrópica de vecinos y veraneantes de la playa la Boca. En el Chile actual, pensar esta paradoja es algo habitual, somos un país de estrepitosas contradicciones, muchas de ellas absurdas, aberrantes e incomprensibles.
Fuente: El Quinto Poder
Hasta aquí cuentas alegres, Salvador Donghi señala que “La declaración de Santuario de la Naturaleza para el Humedal de Tunquén reconoce un aspecto fundamental y muy característico de este humedal y que corresponde a la constitución de relaciones de reciprocidad que existen entres los siete subcomponentes que componen el ecosistema del humedal: Bosque y matorral esclerófilo, cuerpo de agua, formaciones higrófilas, desierto costero, dunas y pradera de pastoreo. Por lo tanto las ecuaciones ecosistémicas allí establecidas se reflejan en índices de biodiversidad que tienden al máximo”.
No obstante a la declaratoria como SN, el Humedal de Tunquén se encuentra acechado por múltiples amenazas, las cuales ponen en franco riesgo la necesaria protección de este sitio de conservación de la biodiversidad mundial.
La primera amenaza proviene del propio Estado, se trata de la construcción por parte del MOP de un puente que interviene directamente sobre el área protegida. Al respecto, Salvador Donghi es tajante, el impacto será “irreversible en la composición del paisaje, la fragmentación que ellos generan hace que se pierda inmediatamente la continuidad biológica del lugar, la alteración de sitios de anidamiento de aves playeras y la interrupción de corrientes migratorias así como los impactos generados a los recursos naturales”.
La segunda amenaza se refiere al proyecto inmobiliario “Arenas Tunquén”, el cual proyecta la construcción de 200 casas situadas a 80 metros de la línea de alta marea.
En tercer lugar, el complejo Santa Augusta realiza extracción de agua del estero Casablanca afectando directamente la disponibilidad de agua a la comunidad local y al humedal de Tunquén.
En cuarto lugar, el humedal de Tunquén es amenazado por la degradación sistemática del entorno provocado por los habitantes de localidades aledañas y los visitantes estivales, los que en su conjunto, ensucian con basuras y hacen uso de sectores frágiles del humedal.
En este contexto, surgen cuestionamientos frente a las contradicciones que posee el Sistema de Evaluación Ambiental en esta materia y en el caso particular de Tunquén. En palabras de Consuelo López, “el SEA se rige por una visión compensatoria, es decir, una vez que el daño está hecho. Por el contrario, nosotros creemos que las acciones del SEA deberían ser preventivas. Un tema tan importante como el Medioambiente y la garantía de que otras especies y las futuras generaciones humanas puedan seguir disfrutando de este”.
El aprendizaje de este proceso dicta que el principal desafío es a nivel social, es decir, en la capacidad de fortalecer las alianzas entre los diferentes actores, organizaciones, miembros de la comunidad, ONGS y personas interesadas en la preservación del Humedal de Tunquén, pues las tareas y focos de acción son múltiples y de gran especificidad.
En segundo término, a mediano plazo la tarea será la de diseñar un plan de manejo ambiental que permita la conservación del humedal, al respecto, se reconoce la necesidad de avanzar hacia un diseño que garantice la participación interactiva de todos los actores involucrados, la preservación del SN dependerá en gran parte de la conciencia ambiental y empoderamiento que tengan estos sobre las labores que se tracen en el humedal en las próximas décadas.
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