Científicos genera un modelo con árboles, arbustos y servicios de alta resiliencia, ideales para replicar en espacios urbanos de zonas costeras: para riego y nutren de la vaguada y se mantienen solos. Con otras plantas, también puede operar en el interior, donde hay heladas.
Fuente: El Mercurio de Valparaíso
La Suprema ordenó al Tribunal pronunciarse sobre el fondo de la reclamación que cuestionó el proyecto argumentando que la zona sería afectada por un aumento en la concentración de MP2,5, con un potencial de afectación a la salud humana y al derecho a vivir en un medio ambiente libre de contaminación constitucionalmente garantizado.
Una propuesta que considera entre 12 y 15 especies vegetales nativas de la zona, que no se podan ni riegan y se mantienen solas, y que podría ser utilizada por municipios de sectores costeros para adaptar sus áreas verdes al cambio climático y la crisis hídrica, elaboraron el geógrafo Luis Álvarez y el biólogo Salvador Donghi en el «Laboratorio Vegetal» que desarrollaron en terrenos de las expetroleras en Viña del Mar.
Luego de tres años, los científicos, que integran el comité asesor de la inmobiliaria Las Salinas en remediación y rehabilitación de suelos, conformaron un modelo con las mencionadas especies nativas, que colocadas de una determinada forma permiten replicar los espacios silvestres en los espacios públicos urbanos.
«Es una forma inteligente de adaptarse al cambio climático. Nosotros tenemos entre cinco a ocho años más de estrés hídrico. No vamos a tener agua para regar jardines. ¿Vamos a dejar que todo se seque? Lo que hemos estudiado en el Laboratorio Vegetal nos da una clara respuesta», plantea Donghi.
De hecho, en la superficie de 1.300 m² donde realizan sus estudios hay 25 especies vegetales nativas que conviven entre sí y que son parte del matorral arborescente esclerófilo mediterráneo costero -uno de los 17 pisos vegetacionales que se conocen en la Región de Valparaíso- que crece sin problemas gracias a la vaguada costera que les proporciona riesgo natural suficiente.
Árboles, arbustos y herbáceas como peumo, romerillo, tabaco del diablo, chilco del Norte, chagual, pata de guanaco, achupalla y stipa figuran entre las especies estudiadas que poseen características que las hacen apropiadas para el objetivo ecológico buscado.
Especies adaptadas al estrés hídrico
Luis Álvarez, profesor de Instituto de Geografía de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, refiere que mientras las especies de nuestros jardines en términos relativos tienen poco tiempo de existencia, «el sistema natural se desarrolló integrada mente desde el origen de nuestra conformación orográfica, por tanto han permanecido muchos años en nuestro medio, lo que las hace resilientes en el sentido de que ya han pasado por estrés hídrico, han superado esa diversidad, han aprendido de ello y se han adaptado.»
Son especies que han evolucionado «cómo geófitas o suculentas para almacenar agua o adaptando sus tallos y hojas para captar la humedad ambiente, como la vaguada costera». Y ejemplifica con el caso del churco (Oxalis gigantea), que repele el agua en las hojas porque adaptó el tallo para almacenarla, «pero es solidario con los cubre suelos a los que transmite las gotas de agua, que podrá capilarizar posteriormente a su tallo».
Entre otros beneficios, ellas animan el sistema entomológico, motivando que algunos insectos viven y depositen allí sus huevos; la gran mayoría autogenera controles fitosanitarios como mecanismos de defensa, que se traducen en propiedades medicinales. También muchos frutos y semillas son alimentos de avifauna nativas, por lo que fomentan su acercamiento y recomponen los corredores biológicos que aseguran salud y vigor para todos los sistemas de vida.
«Y lo más importante -agrega- es que el sistema natural siempre nos recuerda que tenemos estaciones, que cambia de fisionomía, colores y contrastes entre la primavera y el verano, el otoño y el invierno. Nuestros actuales parques y jardines son pretenciosos quieren ser siempre verdes».
Enfatiza que «no podemos seguir pensando en regar césped cuando en el sistema natural existen cubre suelos mejores adaptados al estrés hídrico, que requieren del agua lluvia sin adicionar riego, y que produce mucha más vida en términos sistémicos».
Plantas con buena convivencia
La idea de los científicos es ofrecer sus estudios y conclusiones para que los municipios interesados pueden adaptarse al cambio climático y la escasez hídrica. «Nosotros podríamos entregar todos estos datos a las municipalidades que se encuentran en el litoral, como Valparaíso, Viña del Mar o Concón. Por ejemplo, el Laboratorio Vegetal perfectamente se puede replicar en el espacio público del Parque Barón», dice Salvador Donghi.
De ese modo, agrega, «en los paseos del borde costero, podríamos colocar Jardines de 8 m de largo por uno de ancho con estas especies, que aportan un mayor número de polinizadores, lo que a su vez provoca que haya más aves y con ello más reptiles… Empiezan a ocurrir cosas en términos ecosistémicos porque comenzamos a replicar en los espacios urbanos, los espacios silvestres».
Luis Álvarez complementa: «Cuando pensamos en grupos de especies que pueden configurar ‘modelos para el jardín’ debemos mirar las relaciones ‘fitosociológicas’, es decir, qué plantas llevan bien con otras, cómo construyen relaciones de apoyo recíprocas, colaboran entre ellas y esto fortalece su permanencia y su desarrollo».
Detalla que son modelos que deben seguir el principio de los tres estratos: una especie herbácea, otra arbustiva y otra arbórea, como estructura básica. «Por ejemplo, la hierba de la lombriz (Nolana crassulifolia) puede funcionar como cubre suelo a los pies del arbusto cacho de cabra (Happlopapus foliosus) y la estructura Arbórea con el molle (Schinus latifolius). Así se van asociando las especies».
Ahorros significativos por mantención
El 2017 del presupuesto anual de mantención de los 46.200 m² de áreas verdes de Viña del Mar era de casi $3.700 millones, recuerda el geógrafo. Se trata de recursos que con la incorporación de especies nativas de baja mantención en un esquema reformulado de plazas y áreas verdes, podrían destinarse a otras necesidades.
«Si el municipio ahorra lo que gaste mantención, entonces puede invertirlo en el beneficio social o en más áreas verdes. Cualquiera de los dos resulta sumamente atractiva», señala Salvador Donghi.
Luis Álvarez, agrega que «este modelo de Laboratorio Vegetal es absolutamente replicable. Siempre va a haber condiciones que van a cambiar porque son de orden atmosférico. Por ejemplo, viña del mar no tiene heladas y por tanto habrá especies que no podrán ser llevadas de la costa al interior, pero en esos lugares hay especies que se adaptan a las temperaturas bajo cero. Y todas las ciudades tienen un piso vegetación al. Todos tienen las especies nativas que pueden ser llevadas a sus áreas verdes».
Salvador Donghi dice que existe el conocimiento para estudiar la vegetación de comunas del interior de la región y determinar las asociaciones de especies con mayor eficiencia en términos de volumen por metro cuadrado.
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