Page 13 - Identificación de las unidades paisajísticas y fenómenos de alto valor ecológico en el predio Santa Marta: orientaciones para proyectos de desarrollo sostenible

Identificación de las unidades paisajísticas y fenómenos de alto
valor ecológico en el predio Santa Marta: orientaciones para
proyectos de desarrollo sostenible

1. INTRODUCCIÓN

En la actualidad, es ampliamente aceptado que los ecosistemas representan -en su conjunto- espacios
privilegiados donde convergen múltiples relaciones que le dan forma a una unidad biogeográfica. Aquellas

relaciones, como la migración de especies, la capacidad de irrigación de especies vegetales por patrones de
ventilación, o la relación insecto-flor, conforman un sistema múltiple y complejo donde cada elemento incide

sobre otro. Dado que son las correlaciones y dependencias entre especies las que han sentado las grandes
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líneas de la evolución orgánica , resultan fundamentales para el desarrollo evolutivo del medio biológico e
indispensables en la mantención de la forma y la distribución espacial de un ecosistema (Abbagnano, 1988).

Una simple modificación de las interacciones entre especies, determina y genera inevitablemente, un cambio
del ecosistema, por lo cual es necesario comprenderlas como valiosas y frágiles, ya que: “históricamente las

interacciones ocurridas entre las actividades humanas y el medio ambiente en sistemas terrestres y marinos
han resultado en diferentes procesos de perturbación, fragmentación y degradación de hábitats que

potencialmente han afectado la biodiversidad del planeta en diferentes vías” (Reyes, 2010).

Por lo tanto, resulta comprensible que el desarrollo de políticas de protección, conservación y preservación
deberían apuntar a evitar aquellas acciones que afecten dichas interacciones y que repercuten sobre las áreas

silvestres, sin embargo, a nivel local, la creación del Sistema Nacional de Áreas Silvestres del Estado (SNASPE)
no ha logrado proteger y comprender a cabalidad la relevancia de estas relaciones e interacciones,

probablemente porque su manejo ha estado centrado en su cuidado interno sin atender la conectividad
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ambiental con la matriz rural que las rodea, puesto que no son islas sino que más bien son parte de un paisaje
y en este sentido, el aporte de las comunidades aledañas a la gestión reviste un papel fundamental para su
éxito” (Coppari, 2009). Este análisis incluye a los habitantes históricos de los territorios donde las relaciones e

interacciones biológicas-ecológicas se contraponen al “entendimiento del mundo natural que surge del modo

1 “Las grandes líneas de la evolución orgánica, desde los orígenes procariontes hasta nuestro presente, con toda la variedad de
unicelulares, plantas, animales y hongos, surgen de las ramificaciones y los entrecruzamientos por simbiosis de muchos linajes
primigenios”. (Varela, 2003).
2 El paisaje es “la relación dialéctica entre habitantes y su lugar, es decir (…) como una construcción simbólica, económica y ecológica,
en la cual no se puede intervenir sin tomar en cuenta la relación entre las componentes que le dan coherencia” (Navarro, 2004).

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