Cada 7 de abril, por motivo de la fundación de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 1948, se conmemora el Día Mundial de la Salud (DMS). Un hito que, por el covid-19 y la contaminación, este 2022 lleva por lema “Nuestro planeta, nuestra salud”.

La OMS y la Organización Panamericana de la Salud (OPS), han propuesto que este año en curso, la salud de las personas y el cuidado del medio ambiente sean el foco de acción, ya que “los riesgos relacionados con ciertos productos químicos peligrosos y los efectos negativos del cambio climático son las amenazas ambientales más apremiantes para la salud pública”.

La evidencia científica ha demostrado que la salud de las personas se puede ver fuertemente beneficiada si se cuida el medio ambiente. Por ejemplo, en 1982, el Ministerio de Agricultura, Forestal y de Pesca de Japón, acuñó el término ‘Shinrin-yoku’, que literalmente significa «absorber la atmósfera del bosque». Esto conduce a un estado de relajación mental y física del individuo, razón por la cual, dicha actividad es considerada como la acción más extendida respecto de la asociación de los bosques con la salud humana.

A su vez, diversos estudios han evidenciado que las terapias de bosque tienen diversos efectos positivos, ya que calman el ritmo cardíaco, bajan la presión arterial, reducen la producción de hormonas del estrés y activan el sistema inmunológico, mejorando la sensación de bienestar.

En el caso de Chile, también se han desarrollado experiencias similares. Tenemos el Hospital Psiquiátrico del Salvador en Valparaíso, que el 22 de junio de 2018, inauguró un jardín terapéutico para la Unidad Infanto Juvenil de corta estadía, que potencia las terapias realizadas en esta unidad. El diseño se basó en el diagnóstico y las necesidades terapéuticas definidas por los especialistas, lo que llevó a la creación de un espacio terapéutico amable y acogedor, que potencie las actividades de psicomotricidad fina y los juegos al aire libre, en conexión con elementos naturales como aroma, viento y olores, incitando a la relajación y contemplación, tanto para los pacientes como familiares.

Otros proyectos similares se han desarrollado en el Sanatorio Marítimo de Viña del Mar, el Hospital Clínico San Borja Arriarán y el Hospital del Salvador, en Santiago. Iniciativas que por su alcance, demuestran que la actividad del Shinrin-yoku es una acción concreta que contribuye de forma importante a la salud pública desde el punto de vista terapéutico, junto con el contacto con los entornos silvestres, parques o jardines, que generan una terapia clínica no farmacológica que reduce los costos de hospitalización.

Dado lo anterior, como Simbiosis Bioconsultora creemos que una buena forma de enfrentar los procesos post pandémicos y todo lo que ha significado el deterioro de la salud mental, sería implementar políticas que relacionen al habitante con sus espacios silvestres o llevar los espacios silvestres al interior de las ciudades.

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